era un árbol que se sentía muy triste. El pobre tenía un problema, no sabía quién era.
El manzano le decía:
_Te falta concentración. Si lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. Es muy fácil.
El rosal le decía:
_Es más sencillo tener rosas, y además, son más bonitas y olorosas que las manzanas.
El pobre árbol, desesperado, intentaba ser todo lo que le sugerían, pero no lo lograba y por ello se sentía frustrado.
Un búho muy sabio aconsejó al árbol:
_Tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra. No dediques tu vida ni tu energía a ser comos los demás quieren que seas, sé tú mismo, conócete y aprende a escuchar tu voz interior.
"¿Mi voz interior?¿Ser yo mismo?¿conocerme?_pensaba el árbol, angustiado.
Pero el consejo del búho anidó en su corazón. Y el árbol dejó de escuchar los comentarios de los demás. Aprendió a gozar en silencio de los rayos del sol y de las refrescantes gotas de lluvia.Y, cuando menos lo esperaba y buscaba, un día comprendió. Su corazón se abrió y su voz interior le habló:
_Tú jamás darás manzanas ni rosas. Tú eres un roble, y tu destino es crecer majestuoso; dar sombra a los viajeros, belleza al paisaje. tienes una misión, cúmplela.
Y el árbol se sintió seguro y fuerte y se dispuso a ser aquello para lo cual estaba destinado. Pronto fue admirado y respetado por todos, pero lo más importante es que aprendió a respetarse y a valorarse a sí mismo.
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